09-08-2020
Zarpamos a primera hora con la Esmeralda, previsión de mar plana, muy poco viento y mucho calor. Si hay cetáceos cruzando nuestro rumbo, seguro que los vemos. La tripulación está formada por Jorge de patrón, Laura y Montse de toma de datos y Sílvia de fotógrafa. Como voluntarios, Estela y Aleix, Oscar, Bea y Rober. También nos acompaña Milú, el inseparable gato de Jorge.

Poco después de salir de puerto nos encontramos con las primeras aves marinas: gaviota patiamarilla, de audouin y pardelas. Se deja ver también alguna cabecinegra. Poco después dejarnos de ver aves y pasamos bastante rato sin apenas movimiento. Eso sí: constantemente encontramos con residuos plásticos que no dubtamos en recoger. Botellas, globos de cumpleaños, cuerdas y hasta una regadora! No nos cansamos de recordar que cualquier objeto que, intencionada o desintencionadamente, termine en un lugar diferente a un contendedor de reciclaje es susceptible a ser arrastrado por ríos o vientos y acabar en el mar, donde no solamente suponen un peligro para muchas especies que pueden quedarse enredadas, sinó que al descomponerse crean el problema de los microplásticos que inevitablmentes acaban ingeriendo todos los animales marinos.

Vamos enfilando el cañón submarino y vemos alguna agrupación de aves, salpicaduras de peces, pero nada más. El calor aprieta y decidimos parar para darnos un baño. Es toda una experiencia mirar al fondo y no ver absolutamente nada aparte de azul. Y bastantes microplásticos, recordándonos el delicado equilibrio en el que viven los mares, y el trabajo que aún nos queda por hacer.

Poco después de retomar el rumbo, avistamos un grupo de delfines. Nos acercamos respetuosamente y comprobamos que se trata de listados. Al principio parecen pocos, pero finalmente vemos que son un grupo algo disperso compuesto por algunos subgrupos, y podrían ser más de 50. Observamos que mantienen rumbo fijo, claramente están viajando. No se nos acercan demasiado, tal vez por la presencia de algunas crías, y debemos respectar su decisión.

Algunos adultos se acercan a curiosear, pero enseguida se sumergen y regresan al grupo. En algún momento vemos golpes de aleta caudal en el agua, y mucho alboroto con saltos al lado: pueden indicar disputas entre individuos. De golpe se sumergen todos a la vez y aparecen lejos de nosotros: puede indicar que no están del todo cómodos. Una vez tomados todos los datos, decidimos continuar con nuestro rumbo.


Camino de regreso continuamos con un mar excelente, vemos atunes saltar y algún pez volador. También agrupaciones de pardelas y algún que otro paíño. No volvemos a ver cetáceos, dato no menos importante para nuestro estudio.
Volvemos a puerto habiendo pasado una jornada increíble en medio de nuestro querido Mediterráneo, con la suerte de haber podido observar cetáceos totalmente libres y su comportamiento natural. Su presencia y la preocupante concentración de residuos nos animan a continuar nuestra labor en pro a su conservación.
