02/07/2017
El 2 de julio nos reunimos por última vez esta temporada en el puerto de Garraf; ya que la experiencia de años anteriores nos ha mostrado que en los meses de julio, y especialmente agosto, nos cuesta más encontrar cetáceos. Así que con esta salida nos despedimos del proyecto de foto-identificación hasta septiembre.
Como tripulación voluntaria del proyecto nos acompañaron: Merche, Carmen, Berta, Nacho, Nuria y Fiona; como tripulación de Cetàcea fuimos: Fernando como patrón, Jordi como cámara y finalmente Lidia y Montse como responsables de anotación del protocolo.
El cielo estaba totalmente despejado y el sol resplandecía; el viento que sopló con fuerza días atrás, limpió la atmósfera permitiéndonos ver con mucha nitidez a más distancia de lo habitual. Pero el mar, aunque el oleaje no era excesivo, estaba un poco picado y costaba discernir las posibles señales de presencia de cetáceos entre las blanquecinas crestas de las olas.
Empezamos a sospechar que sería muy complicado ver delfines si no mejoraba el estado del mar y conforme pasaban las horas, el viento incrementaba su intensidad dificultando aún más el avistamiento.
De vez en cuando un salto aislado nos devolvía las esperanzas de ver cetáceos, pero rápidamente se esfumaban al comprobar que los saltos no volvían a repetirse.
Nuestra tripulación no se daba por vencida y continuaba oteando el horizonte, intentando encontrar salpicaduras, aletas o lomos entre las olas. El esfuerzo nos permitió ver algo que de no haber estado alerta habría pasado totalmente desapercibido: Nuria, premio a la mejor avistadora del barco, vio una sombra dentro del agua que resultó ser un delfín listado adulto que pasó fugazmente por delante del barco. Lo vimos pocos segundos y desapareció; aun así, gracias al aviso de Nuria toda la tripulación pudo verlo.
Para finalizar la salida y celebrar el fin de temporada, decidimos darnos un chapuzón refrescante. Nos acercamos a una calita y parte de la tripulación nos lanzamos al mar para hacer un poco de snorkel. Tras el baño pusimos rumbo a puerto y mientras conversábamos, secábamos nuestra piel al sol.
La fauna esta vez no nos permitió admirarla como en la mayoría de las ocasiones, pero eso nos recuerda que es así como debe ser. Es lo que ocurre en ocasiones cuando disfrutas de la vida en libertad. Los delfines deciden si se dejan ver o no, si se acercan a proa o no, si se quedan 3 segundos o 20 minutos a tu lado. Puede ser decepcionante si no aparecen, pero es una experiencia increíble cuando se acercan, juegan en proa y te observan. Interactuan contigo sin cadenas, sin barrotes, sin chantajes… simplemente porque son libres y quieren estar ahí.