09-06-2019
Llegamos a puerto a las 8 de la mañana, listos para zarpar. Nuestra tripulación está formada por Eva, Victor, Imma, Albert, Helena y Fede. Como voluntarios de Cetàcea vamos Fran, piloto voluntario de drone, junto con su ayudante Roc, Silvia como fotógrafa, Montse como encargada del protocolo y David como patrón.

Hoy el cielo está totalmente encapotado, hay un oleaje de más de medio metro de altura y el mar es color plomizo, pero los amantes del mar que nos acompañan están muy motivados y atentos a cualquier señal que pueda indicar presencia de cetáceos. La primera sorpresa que nos regala el mar es una bandada de aproximadamente 15 paiños europeos (Hydrobates pelagicus), que parecen estar alimentándose en la superficie y que rara vez se pueden ver en grupos tan numerosos.
La navegación no es sencilla ya que hay bastante mar de fondo, los ánimos de la tripulación empiezan a decaer porque van pasando las horas y los cetáceos no se dejan ver, pero cuando ya casi son las tres de la tarde alguien grita ¡¡delfín!!

¡Los ánimos reviven en el barco de repente! Hay tres delfines listados (Stenella coeruleoalba), uno de ellos es una cría que no se separa de su madre, pero se mantienen a una distancia prudencial del barco, posiblemente a causa de la presencia de la cría. Tras ver que persiste una conducta esquiva en ellos y que no se acercan demasiado al barco decidimos seguir nuestro camino para no importunarles.
Apenas transcurre media hora desde que dejamos a los delfines, cuando empezamos a ver salpicaduras a lo lejos, nos dirigimos hacia ellas, vemos saltos y unas aletas de gran tamaño. No hay duda, son calderones grises (Grampus griseus). Cuando nos acercamos un poco más vemos que no están solos, hay también un grupo de delfines listados saltando a su alrededor. Los calderones grises están claramente reposando en superficie. Un grupo de 4 calderones muy cohesionado y 3 o 4 calderones más alejados y dispersos entre ellos. Los delfines listados se ponen a dar saltos a toda velocidad en nuestra proa, son un grupo de unos 10 delfines. Intercalan su espectáculo de saltos entre nuestro barco y el grupo de calderones.

Los calderones se acercan al barco aunque manteniendo una distancia prudencial, paramos el barco y empieza la interacción entre especies. Por un lado los listados siguen saltando, realizando piruetas y nadando a nuestro alrededor y junto a los calderones.

Los calderones a su vez se mantienen en superficie, descansando, de vez en cuando realizan alguna breve inmersión, sacan su cabeza del agua mientras nos observan o bien sacan su cola del agua totalmente, manteniéndola en la superficie mientras la mueven suavemente de lado a lado.

Nosotros los observamos a todos con cara de alucinados, con una sonrisa de oreja a oreja, realizando fotografías y grabando sin parar, este encuentro entre especies y este alarde de comportamientos, juegos y comunicación ¡no tiene precio!

Después de un rato con ellos decidimos dirigirnos de nuevo a puerto, muy a nuestro pesar dejamos atrás a los calderones aunque el grupo de listados nos acompaña un buen rato más saltando en nuestra proa.
Estamos totalmente satisfechos y se ve en nuestras caras. Ha merecido la pena tanto la espera como el mar de fondo. ¡Hemos vivido una experiencia inolvidable! Nos llevamos imágenes increíbles tanto en nuestras cámaras como grabadas en nuestras retinas. Una vez más, nuestro mar es un tesoro.