23/9/2018
Inauguramos la temporada 2018-2019 con un día perfecto de navegación: el día auguraba una excelente jornada para avistar: mar bastante plana con poco viento y sol con algunas nubes. La tripulación de Cetàcea estaba formada esta vez por la patrona Anna, el fotógrafo Ricard, la piloto de dron Tania y las encargadas del protocolo de observación y anotación Montse y Laura. De tripulación externa venían José, Joan, Laia, Carles, Maria, Roger y Antonio.
El Alcion zarpó puntualmente a las 9:10. Con el velero cargado de ilusión y energía, nuestra experta patrona nos dirigía hacia el destino marcado. El cielo parcialmente nuboso a primera hora hacía que los rayos de sol no incidieran con fuerza sobre la tripulación y junto a la mar sin oleaje facilitaba el avistamiento. Aun así, conforme íbamos avanzando a lo largo de la mañana por la ruta señalada, veíamos sobre todo y con gran tristeza basura: plásticos de diversos tipos y ramas que las últimas lluvias habían arrastrado desde tierra al mar. Es muy lamentable comprobar los efectos nocivos de la huella humana, y siempre nos deja pensando en cómo contrarrestar todo este desastre ecológico.
A media mañana un tripulante dio el grito de alarma: salto! Cuando el animal volvió a saltar, comprobamos que era un pez espada y tras disfrutar de sus saltos seguidos durante un rato, seguimos rumbo a destino.
Después de comer y cuando ya llevábamos un rato con un ligero cambio a peor en el estado del mar porque empezaron a aparecer tímidamente los temidos borreguitos (crestas de espuma blanca sobre pequeñas olas) alguien vio un salto esta vez claramente de un delfín. Tras ver unos saltos más constatamos que nos habíamos encontrado frente a una familia de unos 25 delfines listados (Stenella coeruleoalba), que venían hacia nuestra embarcación.
Los saltos que iban dando reflejaban su nivel de actividad. Estaba claro que no estaban comiendo, sino viajando, y en un periquete se pusieron a nuestra proa disfrutando de la navegación. Estuvieron mucho tiempo con nosotros así que pudimos tomar fotografías, contar el número aproximado que había, constatar que no había crías aunque sí algún juvenil, y el dron captó imágenes desde el cielo. Hechas las delicias de nuestra maravillosa tripulación externa decidimos seguir nuestro rumbo de vuelta a puerto, pero en un par de ocasiones volvían a saludarnos.
No nos dejamos de sorprender y emocionar con el comportamiento de estos hermosos e inteligentes animales que, lejos de tenernos miedo, se acercaron haciendo gala del carácter juguetón y curioso de la familia. Y este mes que ha vuelto a empezar la temporada de matanza de delfines en Taiji, población japonesa, y observando a esta alegre familia, se nos vuelve a remover el estómago pensando que en Japón deben estar agonizando familias de listados gracias al ansia de lucro de empresarios de delfinarios.
Al dejar atrás este jovial grupo de delfines, seguimos rumbo a puerto y continuamos viendo basura en la superficie de las aguas mediterráneas.
De vuelta ya y satisfechos por el encuentro con esta belleza de animales, los tripulantes estuvimos charlando sobre diferentes temas todos interesantes y haciendo bromas en un ambiente distendido que hizo que, como de costumbre, nos llevara a agradecer la suerte que tenemos de poder disfrutar de la vida marina, de la navegación y de la compañía de personas nuevas tan enriquecedoras a la vez que llevamos hacia delante un proyecto de fotoidentificación de tres especies de cetáceos.
Esperando una nueva aventura, una vez llegados a puerto nos despedimos de la tripulación externa con la sensación de haber conseguido, una vez más, llevar nuestra pasión por el mar a buen puerto.