30-06-2019
Era el último domingo de junio, y, a las 8:00 de la mañana, ya estábamos todos en el Club Náutico del Garraf para iniciar una nueva salida dentro del proyecto de foto-identificación. Lola, Alba, Julia, Cristina, Isabel y Sergio son la tripulación que nos acompañará durante todo el día. El Equipo de cetácea lo formamos: Natalia y Montse como encargadas de protocolo, Tania como operadora de drone, Abel como fotógrafo, y Antonio como patrón.


Las primeras horas de la salida fueron muy tranquilas con un mar que se iría calmando mientras las horas pasaban. Una niebla nos hacía compañía hasta el mediodía y hasta casi 10 millas de la costa, donde desapareció. Con el cielo descubierto, las primeras salpicaduras aparecían en el horizonte
Un inmenso grupo de delfines listados aparecía haciendo su habitual ritual, acercándose con alegres saltos en la proa y acompañando al barco durante un buen rato. Se trataba de un grupo excepcionalmente grande, de unos 70 individuos. A pesar de la enorme alegría de ver delfines, nos fijamos en lo que sería la tristeza de la jornada y probablemente de la temporada.


Una cría de calderón gris nadaba entre el gran grupo de delfines listados. Esto no sería una noticia excepcional -ya que hemos sido testigos de avistamientos conjuntos de ambas especies- si no fuera porque estaba herida, muy probablemente, por la hélice de una embarcación. En el Mediterráneo, las amenazas a las que los cetáceos se enfrentan son plenamente antropogénicas. La actividad del hombre es la principal causa de mortalidad de estos animales, ya sea por contaminación relacionada con plásticos como accidentalidad con embarcaciones.
Antes de volver a puerto, el mar nos vuelve a sorprender con dos grandes individuos adultos de tortuga boba. Las dejamos soleándose tranquilas y volvemos a puerto con un sabor agridulce: Esta situación, a pesar de llenarnos de tristeza, nos da más fuerzas para seguir haciendo nuestro trabajo y nuestra tarea. Seguiremos divulgando, protegiendo y conservando el medio marino.