18-10-2020
Domingo de otoño, un día soleado y estamos en el puerto de Garraf, protagonizando una nueva salida para recoger datos para el estudio que llevamos realizando desde hace ya 8 años. Nos encontramos frente al Club Naútico y esta vez la tripulación externa está formada por Carles, Clara, Luisa, Maria, Marta y Rafael. Como miembros de la tripulación interna: David como patrón del velero Alcyon, Oriol como fotógrafo, y Montse y Laura como observadoras y anotadoras.

Zarpamos cargados de ilusión. Se espera un día de navegación muy tranquilo, la previsión de las condiciones del mar son buenas, y eso nos asegura la posibilidad de realizar avistamientos con más facilidad. Ponemos rumbo al transecto marcado para esta jornada, y en seguida empezamos a ver las primeras aves marinas. Estas aparecerán durante toda la jornada, satisfaciendo las expectativas de los ornitólogos del grupo. Así, nos encontramos con que nos sobrevuelan gaviotas cabecinegras, gaviotas de Audouin, pardelas cenicientas, pardelas pequeñas, alcatraces o págalos grandes. También nos encontramos a algunos individuos reposando en la superficie del agua.


Así, va pasando la mañana sin que aparezca ninguna señal que nos haga sospechar de la presencia de algún cetáceo a nuestro alrededor. Un lomo, una aleta, algún salpicón en la superficie del agua, un soplo de vapor de agua característico de los cetáceos cuando salen a superficie a respirar. Los cetáceos son animales que, aunque pasen su vida dentro del agua, son mamíferos marinos que tienen una respiración pulmonar. Necesitan, de vez en cuando, salir a la superficie a coger el aire necesario para suministrar oxígeno a todos los órganos de su cuerpo. Y cuando llega la hora en la que pensamos en comer, y ya llevamos un buen rato en uno de los cañones, de repente vemos que por la proa del barco, muy lejos, aparece un chorro de vapor de agua. Eso nos indica que estamos divisando un cetáceo de los grandes, pero puede ser cachalote, rorcual, zifio de Cuvier, incluso calderones… Finalmente, resultan ser un par de preciosos zifios de Cuvier, que salen en dos ocasiones a respirar y finalmente se sumergen.
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Ponemos cronómetro en marcha para saber el tiempo de apnea que van a emplear. Depende de la actividad que estén haciendo, los zifios pueden estar hasta horas bajo el agua sin aparecer por superficie. El mes pasado se publicó el récord de apnea para esta especie, y fue de 3 horas y 42 minutos, algo que superó al record de más de dos horas que contabilizaron en 2014. En nuestro caso, tuvimos la suerte de que a los 25 minutos volvieron a salir, dejándose ver y fotografiar, y tras tres respiraciones, volvieron a sumergirse. Así hasta tres veces, la tripulación externa pudo disfrutar del raro avistamiento de esta especie de cetáceo, el Ziphius cavirostris.
Seguimos el rumbo trazado, y poco después damos la señal de alarma de nuevo: unas aletas bastante grandes asoman por estribor. Finalmente es una familia de calderones grises o delfines de Risso (Grampus griseus), con crías y juveniles. Como de costumbre en esta especie,algunos están reposando en la superficie del agua, otros están nadando muy tranquilos, haciendo las delicias de la tripulación externa, y la de nuestro fotógrafo, que toma imágenes sin parar de las aletas dorsales para incluirlas en el catálogo del estudio de foto-identificación. Además de hacer nuestro trabajo: fotografiar y tomar datos tanto ambientales como de comportamiento y de la presencia de individuos jóvenes o crías, del rumbo que siguen y de otros muchos datos, tenemos tiempo de grabar en video a estos maravillosos animales.


Muchas sensaciones recorren nuestro cuerpo y nuestra mente cuando tenemos delante a estos bellísimos delfines de 3 a 4 metros de longitud; cuando vemos cómo nos observan, cuando escuchamos su respiración. Poder estudiar su comportamiento, saber que los datos que recojamos servirán para, en un futuro, mostrar que en nuestras aguas hay viviendo seres maravillosos y que debemos protegerlos, hace que todavía pongamos más interés en realizar nuestro cometido. Tras anotar todo lo necesario y realizar las fotografías que se deben tomar, decidimos tomar rumbo de vuelta, porque el tiempo se nos ha echado encima con estos dos avistamientos, y ahora ya entramos en una época en que empieza a anochecer más pronto.

Vamos regresando, cuando volvemos a avistar aletas del mismo tamaño, en la zona, vuelven a ser calderones grises, que consideramos un subgrupo del grupo anterior, ya que están muy juntos en el tiempo. Les tomamos las fotografías necesarias y tomamos los datos que queremos obtener, y seguimos rumbo a puerto. No sin antes, divisar un grupo de delfines listados (Stenella coeruleoalba) que vienen hacia el velero, están un momento nadando junto a él, y finalmente se vuelven a ir. No podemos estar más contentos por la jornada de hoy; 3 especies de cetáceos diferentes, junto con numerosas aves marinas.
Volvemos a puerto anocheciendo ya. Otro regalo de la madre naturaleza: mientras se va poniendo el sol tras las nubes y a punto de esconderse, el cielo se torna rosado, y la luz que nos ilumina de un tono entre amarillento y rosado junto a las aguas que han adquirido un tono azul metalizado, hace que nos maravillemos del espectáculo que, de nuevo, nos brinda el mar y sus habitantes.
