4/11/2018
Nos encontramos otro domingo de otoño en el puerto del Garraf para seguir con el Proyecto de Fotoidentificación de Cetáceos. Un día soleado pero con viento nos augura una aventura náutica que volver a disfrutar. Así que ya de buena mañana nos encontramos con la tripulación externa, esta vez formada por Jordi, Montserrat, Eva, Robert, Roser, Marta, Anna y Darren, todos de la asociación ADENC (Associació Per La Defensa I L’Estudi De La Natura).
El Alción zarpa puntualmente. A su mando, el patrón Fernando, y como equipo de Associació Cetàcea Ricard como fotógrafo y observador y Laura como observadora y anotadora. Ya desde que salimos de puerto vemos que hay un viento que levanta el agua de la superficie del mar formando espuma blanca, lo que llamamos “borreguitos” y que nos dificulta bastante el avistamiento de cualquier especie de animal marino. No obstante, la obstinación de este gran equipo es muy grande, y seguimos oteando el horizonte a la espera de cualquier otro signo de cetáceo.
De mientras, disfrutamos de las aves marinas, y no dejamos de ver preciosos y enormes alcatraces, tanto volando como posados sobre la superficie del agua. Gaviotas de Audouin, moritos, son otras de las especies que vamos admirando, hasta que, tras bajar la fuerza del viento y desaparecer los borreguitos, una familia de delfines mulares (Tursiops truncatus) hacen su aparición a una distancia considerable. Su comportamiento hace pensar que están alimentándose. Mantenemos la distancia de seguridad bajando velocidad y yendo siempre paralelos a ellos, y podemos ver que hay alguna cría que va dando saltos junto a sus madres, sacando completamente el cuerpo por encima de la superficie. Unos cuantos ejemplares adultos se van acercando a la embarcación, haciendo las delicias de la tripulación, que no deja de maravillarse ante la belleza de estos animales tristemente conocidos por su relación con los delfinarios. Todo el mundo puede constatar la diferencia de comportamiento de mulares en libertad o en cautividad, y cuando ves la velocidad de natación a la que van en el mar, te das cuenta que encerrar a un delfín en una piscina es una barbaridad.
Después de dejarnos asombrados con diversos saltos tanto horizontales como verticales, acercamientos a la embarcación y miradas hacia la tripulación, los delfines siguen su vida y nosotros seguimos rumbo a intentar avistar más cetáceos. Pero seguimos viendo más alcatraces, y un par de peces luna en superficie. En algún momento el agua parece que hierve; son cardúmenes de peces en la superficie. Decidimos que ya es hora de volver a puerto.
Y llega uno de los momentos más bonitos de la jornada: cuando la tripulación vuelve exhausta pero feliz de haber visto hermosos animales marinos, y nos reunimos para hablar sobre la experiencia vivida y sobre decenas de cosas que nos distraen la vuelta a puerto. Risas, conversaciones y descanso para un día redondo. Dando las gracias de nuevo, cada uno en nuestro interior, de la suerte que tenemos de poder vivir estas experiencias y compartirlas con personas maravillosas.
Al volver a puerto, una bonita puesta de sol nos hace volver a maravillarnos de lo que la madre naturaleza nos entrega cada día de nuestra vida.