15/10/2017
El pasado domingo 15 de octubre nos encontrábamos a las 8:45 en el Puerto del Garraf, la meteorología prometía mucho, gracias a que no estaba previsto viento y no teníamos mar de fondo. De esta manera zarpamos la tripulación formada por Carme, Anna, María y Jordi, que nos acompañaba para grabar el trabajo realizado en las salidas del proyecto de foto-identificación; y el equipo de Cetàcea: Eva, Montse, Laura, Vicki, David, Anna y Ricard.
Cuando todo estuvo preparado, a medida que nos adentramos en el mar, se hicieron los respectivos briefings de seguridad y divulgación. Las condiciones meteorológicas eran perfectas, así que se asumió el objetivo de recorrer el máximo de millas posible.
El día avanzaba mientras aparecían las siempre presentes aves marinas, como el paiño europeo (Hydrobates pelagicus) de los que pudimos observar más de 20 individuos. En el camino también nos encontramos con un par de peces luna, que aprovechaban la calma de las aguas para alimentarse y solearse en superficie.
Una primera alerta nos hizo levantarnos a todos, pero para nuestra sorpresa se trataba de una tortuga boba (Caretta caretta). Esta, en concreto, estaba remoloneando en superficie. Cuando nos aproximamos a ella apreciamos signos de debilidad y algún tipo de patología en su ojo derecho; no obstante lo más sorprendente fue el banco de llampugas (Coryphaena hippurus) que nadaba debajo de ella. Estos peces pelágicos son extraordinariamente bellos y suelen vagar debajo de objetos que llevan mucho tiempo flotando en mar abierto.
A las 14:30 llegamos al límite de la travesía e iniciamos la vuelta a tierra sin novedades; pero al poco rato, a una cierta distancia de la proa, Montse divisó un soplido de cetáceo. Por el tamaño, pensamos que podría tratarse de un rorcual, pero a medida que el animal se acercaba observamos la inconfundible figura de un cachalote (Physeter macrocephalus). Increíblemente, se acercó al barco manteniéndose en paralelo a nosotros y sacando la cabeza del agua, en actitud de “spyhopping”, para observarnos. Finalmente inició una inmersión profunda mostrando su característica aleta caudal antes de sumergirse por completo.
Después de ver un par de veces más al cachalote en la lejanía, decidimos retomar nuestro camino para llegar a puerto a la hora prevista. Nuestras caras mostraban una radiante sonrisa de felicidad. Para todos fue la primera vez que veíamos esta especie y la primera vez que se registraba dentro del proyecto de foto-identificación de la Associació Cetàcea. Es necesario recordar que la población de cachalote en el Mar Mediterráneo está en peligro de extinción y que constatar su presencia en nuestras aguas es de máxima importancia para avanzar en aras de una mayor protección.
En el camino de vuelta un pequeño mosquitero común (Phylloscopus collybita), nos acompañó a bordo, seguramente descansando de su migración hacia tierras más al sur, y aprovechando para alimentarse cada vez que veía un insecto.
Cuando ya nos aproximábamos a puerto, Ricard avistó desde la proa un grupo de delfines que cambió rápidamente de rumbo para acercarse a nosotros. Pudimos confirmar que se trataba de unos 15 individuos de delfín mular (Tursiops truncatus). Se mostraron muy sociables y se mantuvieron largo rato nadando y saltando junto a nuestra embarcación.
Una vez conseguimos captar las necesarias imágenes de aletas dorsales para el proyecto, volvimos a nuestro camino para recorrer el tramo final hasta el puerto. Las caras de la tripulación mostraban la inigualable satisfacción de haber vivido esta jornada histórica.