19/11/2017
El día empieza con un cielo prácticamente sin nubes, únicamente las estelas de los aviones que han pasado a primera hora aguantan en el cielo. No se nota nada de viento. Y las pocas olas que hay en el mar, indican que será un día perfecto para el avistamiento de cetáceos. Nos reunimos en el puerto del Garraf Sofia, Ferran, Dani, Marina, Marta y Lluis junt junto con Montse, Anna y Ricard del equipo de Cetàcea; preparamos todo el material y la embarcación para iniciar el viaje.
Morus bassanus) pasa cerca de la popa y bastantes gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus) y cabecinegras (Ichthyaetus melanocephalus) pasan cerca de la embarcación a observar.
De repente unos salpicones nos ponen en alerta, pero finalmente resulta ser un pequeño pez espada realizando unos saltos espectaculares. Al poco rato de forma increíble, al lado de estribor y a bastante distancia se observa un soplido de dimensiones espectaculares. Rápidamente toda la tripulación mira en esa dirección, y de forma mágica se repite el soplido. Ya convencidos que se trataba de un cetáceo de grandes dimensiones y que el soplido se inclinaba ligeramente hacia delante del animal, indicador de que se trata de un cachalote común (Physeter macrocephalus).
Cuando conseguimos acercarnos vemos claramente, que se trata de un cachalote común y que por sus dimensiones es un adulto. Tras salir a respirar unas cuantas veces, vemos como se arquea su lomo y de golpe aparece la enorme cola que enseñan cuando hacen las inmersiones más profundas.
Somos conscientes de que estos animales pueden hacer inmersiones muy largas, que pueden llegar a una hora de duración debajo del agua, así que esperamos 30 minutos y al no detectar novedades decidimos seguir el recorrido previsto. Des de este momento las caras de todos muestran una sonrisa gigante. Es una suerte ver esta especie tan escasa en el Mediterráneo y al revisar las imágenes de las cámaras tenemos una sorpresa más. Al cachalote lo acompañaban dos delfines listados que no habíamos visto!
Seguimos nuestro camino, cuando de repente el cachalote vuelve a aparecer no muy lejos del velero. De esta manera podemos volver a observar las dimensiones de este individuo y el sonido que hace cada vez que sale a respirar. Vuelve a hacer una inmersión mostrando la aleta caudal y desaparece hacia las profundidades.
Nosotros tomamos el camino de vuelta a puerto, que recorre los cañones, así que aun tenemos probabilidades de avistar cetáceos. Las pocas olas que teníamos desaparecen dejando un mar que parece una balsa de aceite. Durante la vuelta no tenemos ninguna novedad, únicamente la visita de las aves marinas y la primera observación del año de un par de alcas (Alca torda) especie que cría en las costas del norte de Europa y que viene a las nuestras a pasar el invierno.
Llegamos a puerto todavía con una gran sonrisa y nos despedimos de la que será la penúltima salida del año, desenado que la siguiente sea igual o mejor que esta.