El pasado domingo 8 de enero nos dimos cita en el puerto del Garraf para dar el pistoletazo de salida a la temporada 2017 del Proyecto de Foto Identificación: Ballenas y delfines en el litoral catalán. Pese al intenso frío, nos reunimos la tripulación (Laura, Txell, Montse y Gon), nuestras valientes acompañantes (Marta, Antonia, Estel, Asi y Teresa) y nuestra gran patrona, Anna.
Zarpamos rumbo al cañón de Sant Salvador, con el mar en calma y un sol radiante. Al poco de abandonar la bocana del puerto empezamos a divisar aves marinas. Al habitual interés se sumó el aliciente de que durante los meses de invierno se dan cita en nuestras costas multitud de especies del Atlántico Norte como los alcatraces Morus bassanus, las alcas Alca torda o los frailecillos Fratercula arctica.
Pasaban pocos minutos de las 11 cuando Gon dio una voz de alarma para la que nadie estaba preparado: “¡TORTUGA!”. Toda la tripulación se avalanzó hacia la banda de babor para divisarla… y allí estaba. Una preciosa tortuga boba (Caretta caretta) joven, pues su caparazón debía rondar los 30 cm., estaba soleándose tranquilamente en la superficie. Anna, maniobró hábilmente a su alrededor para que todos pudiésemos admirarla y fotografiarla sin molestar, prueba de ello es que la tortuga permaneció en la superficie durante todo el avistamiento. Antes de que nuestra presencia comenzase a suponer una molestia mayor para el animal, retomamos el rumbo hacia mar abierto con los ánimos por las nubes y la desbordante alegría de haber encontrado a uno de los habitantes más esquivos de nuestro mar.
La jornada prosiguió con multitud de avistamientos de aves y los encuentros con un pez luna sorprendentemente oscuro y un pez espada. A lo lejos no dejaban de observarse “pajareras”, como se conoce coloquialmente a las bandadas de aves que se alimentan de pequeños peces en mar abierto. Esto, unido a fortuitos saltos de peces grandes en la distancia, nos hizo estar más alerta a medida que nos aproximábamos a la zona profunda del cañón de Sant Salvador.
Cuando alcanzamos la cota batimétrica de 1100 metros de profundidad, un repentino salpicón anunció la llegada de un pequeño grupo de 4 delfines listados al que nadie vió acercarse. Desgraciadamente, no estaban con muchas ganas de acompañarnos y al cabo de unos minutos se alejaron tan súbitamente como llegaron, dejándonos con ganas de más y con la fugaz imagen de sus saltos en nuestra retina. Llegados a este punto dimos la vuelta enfilando rumbo a tierra, encontrando en nuestro camino algunos ejemplares de frailecillo común, alcas y pardelas baleares que contribuyeron a aliviar la desilusión que generó la marcha de los delfines.
La tarde transcurrió plácidamente mientras retornábamos al puerto del Garraf flanqueados por el vuelo de las omnipresentes pardelas y gaviotas cabecinegras. A última hora incluso tuvimos la oportunidad de observar algunos alcatraces que descansaban posados en la superficie del mar.
La preciosa vista de la costa del Garraf y sus acantilados pusieron la guinda a una jornada fría pero que contó con el lujo del avistamiento de algunos de los habitantes más emblemáticos de nuestras costas. ¡Hasta pronto Mediterráneo!