06/04/2014
Despierta un nuevo día en Vilanova y una vez más Cetàcea está preparada para salir con la esperanza de observar a nuestros vecinos del mar. Nos acompañan Teresa, Sandra, Paula Nuria, David, Dani, Toni i Dolors, un grupo de gente que está deseando poder ver a estos animales en su ambiente.
Hace un día espectacular, así que no perdemos ni un segundo para salir de puerto a bordo del catamarán. Mientras navegamos hacemos una charla del Proyecto Foto-Identificación: Ballenas y delfines en el litoral catalán.
A media mañana, casi llegando al primer punto del transecto del estudio, avistamos unos 20 delfines listados (Stenella coeruleoalba) que vienen directamente hacia nosotros. Se trata de un grupo dividido en dos subgrupos más pequeños.
Mientras que uno de ellos se mantiene a una distancia prudencial de la embarcación y va interactuando con nosotros de forma intermitente, el otro grupo nos acompaña en todo momento alrededor del catamarán con una actitud muy sociable, donde se pueden observar saltos espectaculares en proa y muchas actividades de juego entre los animales. Durante una hora navegamos con los delfines, disfrutando de un espectáculo constante de muchísima actividad.
Decidimos dejar los delfines para continuar el estudio, eta vez ya con dirección hacia la costa, siguiendo el transecto. La emoción del primer avistamiento acompaña el grupo compartiendo fotografias y charlando de la experiencia, pero, sobretodo, sin dejar de mirar al horizonte, buscando más sorpresas. Durante la travesía, podemos observar algunas especies de aves marinas, pero ni rastro de nuevos cetáceos. El día avanza y decidimos volver a puerto. El mar está tranquilo y a unos 200 metros de la embarcación divisamos el espectacular soplo, seguido de un cuerpo enorme que emerge del agua. Delante nuestro vemos un rorcual común del Mediterráneo (Balaenoptera physalus), el segundo animal más grande del planeta; sus 17 a 22 metros hacen sentirnos pequeños y nos emocionan.
Nos acercamos todo lo permitido y sin molestar al animal, que muestra una natación tranquila y sin dirección aparente. Nos quedamos con él durante casi una hora, observando en silencio como sale a la superficie para volver a sumergirse, en dos ocasiones podemos oír incluso par de una vocalización de la ballena. Con todos los datos necesarios recogidos decidimos poner direccion a puerto y nos obligamos a despedirnos de este animal.
La emoción inunda el grupo que, una vez más, se siente afortunado de poder observar estas increíbles criaturas en su propio entorno.
Ya amarrados en el puerto de Vilanova, hacemos un repaso del día de navegación y despedimos a nuestros acompañantes con una fotografía grupal de un buen día. El equipo de Cetàcea se queda repasando con gran emoción la experiencia vivida, que nos deja muchísimas fotografías y datos para poder seguir trabajando!