6/5/2018
El domingo 6 de mayo organizamos una salida diferente, ya que fue la primera salida que realizamos en colaboración con el Club Náutico del Garraf. Nos reunimos todo el grupo a las 8:30 en el puerto del Garraf, con muchas ganas de navegar y sobre todo de ver ballenas. La tripulación estaba formada por Romuald, Jordi, Carme, Roman, Carlota, Purificación, Paco, Cristian, Gian Luca, Fede, Nuria, Fiona, Mario y Maria José.
Salimos en dos embarcaciones preciosas, el “Alcyon” capitaneado por Fernando y con Laura y Montse de Cetàcea, y la “Esmeralda” con Jorge como patrón y Ricard como miembro de Cetàcea a bordo.
El día era perfecto para navegar, el mar amanecía totalmente plano, sin previsión de lluvias hasta la tarde, un cielo encapotado que facilita los avistamientos porque elimina el reflejo del mar y 19 pares de ojos totalmente motivados para otear por la superficie del mar cualquier señal que pudiera indicar presencia de cetáceos. Al poco rato de zarpar y a pesar de que la previsión meteorológica no daba lluvias durante la mañana, nos cayó una lluvia considerable durante más de una hora. Pero lo que ocurre cuando llevas a una tripulación todoterreno es que se ponen un impermeable y siguen buscando cetáceos bajo la lluvia sin perder la sonrisa. De verdad que agradecimos mucho la actitud positiva de la tripulación, que reaccionó como bien dice el refrán: al mal tiempo buena cara.
Cuando la lluvia cesó, a partir de mediodía, Fiona empezó a avisar que estaba viendo aletas; nadie más las veía, pero ella seguía insistiendo, hasta que finalmente se acercaron un poco más al barco y los demás los pudimos ver. Eran un grupito de delfines listados. Sin embargo no estaban nada interesados en nosotros. Nos llamó la atención su forma tan sigilosa de desplazarse: solo dejaban ver las aletas, no sacaban ninguna parte de su lomo fuera del agua, no salpicaban ni daban saltos. Si no fuera por la vista privilegiada de Fiona, muy posiblemente ni los hubiéramos visto, ya que el cielo encapotado proporcionaba un color gris al mar y esto hacía casi imposible diferenciar las aletas del pequeño oleaje.
Más tarde pudimos ver un segundo grupo formado por cuatro delfines listados, que pasaron relativamente cerca de los barcos pero con la misma actitud sigilosa. Nos volvimos a encontrar al mismo grupo unos minutos después; uno de ellos se acercó a proa y tras un par de segundos desapareció al igual que desaparecieron también sus compañeros. La tarde se inició sin lluvias y con un sol tímido que toda la tripulación agradeció. El mar, cada vez más plano, nos permitió disfrutar de los peces luna y de los bancos de enormes atunes que dejaban ver sus cuerpos plateados fuera del agua entre vigorosas salpicaduras. Saltos puntuales en la lejanía nos dejaban ver también los cuerpos plateados y estilizados de peces espada.
Sin embargo, esta vez no se dejaron ver los protagonistas absolutos de la salida, aquellos que quería ver toda la tripulación: los rorcuales comunes, pero esto es lo que ocurre cuando ves animales en libertad. No siempre vemos todo lo que queremos o tan cerca como nos gustaría, pero está claro que preferimos ver un delfín fugaz y a 100 metros de distancia pero libre en el mar, antes que ver a un delfín cautivo en una piscina durante una hora y a dos metros.
Gracias una vez más a nuestra maravillosa tripulación, que mantuvo en todo momento una sonrisa a pesar de acabar empapados por la lluvia. Que disfrutaron como unos campeones de la navegación y además demostraron ser unos grandes avistadores. Un especial gracias a Mario y Maria José por su paciencia y buen humor después de cuatro anulaciones por mal tiempo y gracias por supuesto al Club Nautico del Garraf por ponérnoslo todo siempre tan fácil.