14/05/2017
El 14 de mayo, volvimos a darnos cita en el puerto de Garraf para efectuar una nueva salida del proyecto “Foto Identificación – Ballenas y Delfines en el Litoral Catalán”. Nuestra tripulación estaba formada por un nutrido grupo de personas que buscaban la oportunidad de observar cetáceos en libertad: Jaume, Helena, Carlos, Sandra, José María, Ricard y Anna. A ellos había que sumar a Lluís que vino a documentar nuestro trabajo y los voluntarios de Associació Cetàcea: Lidia, Gon y la experta patrona Anna.
Partimos raudos rumbo a mar abierto animados por el excelente estado del mar, que se mantenía como una balsa de aceite. Sabíamos que en los días previos se habían realizado un buen número de avistamientos en la zona, pero no perdimos la prudencia ya que sabemos muy bien lo caprichoso que puede mostrarse el mar y sus habitantes. Pronto nos cruzamos con el primer banco de atunes en el que se iban congregando un gran número de aves marinas (Pardelas baleares, mediterráneas y cenicientas, charranes y gaviotas) además de varias embarcaciones de pesca.
Pasamos de largo, siguiendo nuestro transecto sin novedad hasta que en el horizonte se recortó un lomo oscuro y enorme. Al poco un resoplido, seguido de otro lomo y otro resoplido unos metros más atrás. Un grito de “¡Ballena a la vista!” puso en guardia a toda la tripulación, pues es necesario mantenerse alerta para no perder de vista a los rorcuales cuando vuelven a aparecer tras sumergirse en su típico patrón de navegación. Mientras nos aproximábamos lentamente a su posición, en el horizonte aparecieron más resoplidos. Fueron momentos de gran agitación, divisamos otra pareja de rorcuales que se desplazaba a unos cuantos cientos de metros de la posición de los primeros y en rumbos opuestos. Tuvimos un instante de duda, pues no estamos habituados a avistamientos simultáneos de 5 ballenas como éste. Aún así decidimos no variar el plan inicial y nos mantuvimos en nuestra trayectoria de aproximación. De pronto, unos delfines asomaron sus lomos entre nuestro barco y los rorcuales, pensamos que tendríamos la enorme suerte de ver interactuar a ambas especies, pero desgraciadamente desaparecieron tan rápido como llegaron.
Cuando por fin empezamos a tener a las ballenas a tiro de nuestras cámaras, éstas iniciaron una de sus apneas, que pueden ser de entre 5 y 20 minutos. En ese momento, redujimos al mínimo la velocidad de nuestra embarcación, apagamos la sonda y seguimos navegando en la misma dirección que la que llevaban los rorcuales en su última emersión, maximizando así la seguridad de los cetáceos durante la maniobra. Al cabo de unos 13 minutos de expectante espera, el impactante y borboteante sonido de un resoplido nos sobresaltó cuando los tres leviatanes salieron a respirar por el lado contrario al que mirábamos. En ese momento, y con el motor parado, pudimos ser testigos próximos de la magnificencia de estos animales, que nos deleitaron unos segundos con sus resoplidos mientras se alejaban lentamente de nosotros.
Con el pulso acelerado pusimos proa a la cabecera de los cañones del Foix, mientras aún divisábamos en la lejanía las nebulosas de sus respiraciones. Durante la travesía otro pequeño grupo de delfines listados se acercó a curiosear, alejándose a los pocos segundos y dejándonos con la desilusión de no haber podido disfrutar de su presencia más tiempo. A media tarde, como es habitual, iniciamos el retorno aun esperanzados con poder observar algún otro cetáceo; no obstante, solo algunos peces luna y diversas aves marinas nos obsequiaron con su aparición en las inmediaciones.
Al final del día, la sensación que nos quedaba a toda la tripulación era la de alegría plena por haber sido testigos directos de la majestuosidad, fuerza y elegancia de estos seres extraordinarios: los rorcuales comunes, simpáticos y desconocidos gigantes que cada año visitan nuestras costas en su camino al mar de Liguria.