Amanece en Garraf con el cielo cubierto por unas nubes plomizas que son bien recibidas por la tripulación ya que neutralizan los reflejos del agua, incrementando así la probabilidad de avistar cualquier animal marino. El mar está en calma y tanto la tripulación como los acompañantes llegamos a puerto puntuales y con las mochilas cargadas de ilusión.
En la salida de hoy, a los patrones Anna y David y al resto de integrantes de Cetácea que tuvimos el placer de embarcar (Montse, Txell, Gonzalo y Laura) se sumaron: Marina, una niña de 12 años que sería la protagonista humana de la jornada, junto con sus padres Mónica y Joan. También subieron a bordo Nacho, Adriana y un cámara de Televisió de Catalunya TV3, Miquel, que grabó a Marina en su aventura para el InfoK del Club Super3.
Tras dar las indicaciones pertinentes sobre seguridad en el barco a cargo de David, Gonzalo procedió a realizar el briefing de la salida y zarpamos, dejando atrás el puerto y el pueblo de Garraf mientras nuestros inquietos ojos disfrutaban de su espectacular orografía.
Al cabo de aproximadamente una hora de trayecto apareció un grupo de delfines listados (Stenella coeruleoalba). Aunque nos quedamos sorprendidos, ya que no es usual que nos encontremos a esta especie a tan poca distancia de la costa, empezamos la aproximación hasta la distancia legal permitida. Su comportamiento también se nos antojó inusual, ya que esta especie de delfín generalmente suele presentar una natación muy veloz. Aquel día estaban sencillamente descansando en superficie, nadando tranquilamente, por lo que el velero redujo su velocidad. Finalmente los hermosos cetáceos fueron acercándose a la embarcación: unos cuantos a proa, otros a estribor y otros a babor. Iban y venían, e incluso un individuo adoptó el comportamiento que hemos visto en tantas ocasiones en orcas y en calderones comunes, pero pocas veces en listados: nos observaba haciendo lo que se llama spyhopping (en posición vertical, sacaba solo su cabecita para observarnos).
Después de estar un rato disfrutando de su relajante compañía proseguimos nuestra ruta rumbo a la zona de cañones de Vilanova para esperar encontrar delfines de Risso (Grampus griseus). Un poco más adelante volvimos a encontrar al grupo de listados con la misma actitud de descanso, así que seguimos nuestro rumbo a los cañones. De repente el mar cambió bruscamente y empezó a soplar viento. El mar tan rizado nos traía olas con espuma que nos impedían poder avistar con facilidad, así que los patrones decidieron regresar hacia una zona de confort para la navegación y para los pasajeros, donde además teníamos posibilidades de encontrar delfines mulares (Tursiops truncatus). Aunque no llegamos a verles, sí volvimos a encontrarnos con el grupo de listados que seguían disfrutando de su reposo en su hogar.
Además de cetáceos, el mar nos obsequió con la presencia de diversas aves marinas, entre ellas bellos alcatraces (Morus bassanus), gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus), gaviotas cabecinegras (Larus melanocephalus), gaviotas de Audouin (Larus audouini), gaviotas patiamarillas(Larus michahellis), cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo), pardelas baleares (Puffinus mauretanicus) y pardelas mediterráneas (Puffinus yelkouan) realizando acrobacias para capturar su alimento.
Un pez luna (Mola mola) salió también a nuestro encuentro y nos deleitó con tres saltos impresionantes con su cuerpo completamente fuera del agua. También aparecieron atunes (Thunnus thynnus) salpicando la superficie, e incluso un pez volador decidió formar parte del espectáculo que nos estaban ofreciendo nuestros anfitriones.
El mar es una hermosa caja de sorpresas donde sus habitantes no dejan de fascinarnos en cada visita que les hacemos. Cada vez que nuestra mirada se encuentra con la suya nos atrapan un poquito más y nos hacen ver que debemos protegerlos y respetarlos. La vuelta a puerto estuvo protagonizada por los comentarios emocionados de todos los que tuvimos el gran regalo de poder ver a peces, aves y delfines en su hábitat natural, libres y salvajes.
